Ipodem, recuento de un fracaso panista
Uno de los mayores descalabros de Juan Carlos Espina en la dirigencia estatal del PAN será su fallido intento por organizar a los alcaldes emanados de su partido en el Instituto Poblano de Desarrollo Municipal (Ipodem).
La historia de este entuerto no tiene desperdicio, pues además de ilustrar la escasa influencia que el Comité Directivo Estatal del PAN ejerce sobre algunas presidencias municipales de supuesta filiación panista, evidencia lo que en algunos círculos políticos es un secreto a voces: la eminente ruptura con el ayuntamiento de Puebla.
El Ipodem surge como un intento del PAN por crear un organismo paralelo al DIM, el programa de Desarrollo Institucional Municipal de la Secretaría de Finanzas, que bajo la bandera de la capacitación y la asistencia técnica, utiliza fondos públicos con claras intenciones partidistas.
Sin embargo, la iniciativa tuvo problemas desde el comienzo. Para empezar, porque de los 49 alcaldes de filiación panista que existen en el estado sólo 36 aceptaron formar parte del Ipodem y de éstos prácticamente ninguno ha cumplido al cien por ciento con el 1.3% que les corresponde del Fondo de Infraestructura Social Municipal (FISM).
La mayoría -25 ayuntamientos para ser exactos- sólo hizo una primera aportación.
Un fenómeno contrario ocurre con el DIM. De los 49 ediles panistas invitados a suscribirlo, tres de los cuatro que al principio se resistieron ya lo firmaron. Y eso que ello los obliga a destinar el 2% de sus participaciones federales del ramo 33. El único que a la fecha continúa sin hacerlo es Luis Paredes Moctezuma.
Pero vayamos al meollo de la cuestión.
El caso es que el Ipodem se constituye como asociación civil y Ángel Carrasco Rivera es nombrado como director general, a iniciativa del dirigente estatal del PAN, Juan Carlos Espina. Su designación es avalada por el alcalde de Puebla, aunque no de muy buena gana.
Los ayuntamientos hacen sus primeras aportaciones, y Ángel Carrasco abre tres oficinas, una en Puebla y dos el interior del estado, una en Tlatlauqui para atender a los presidentes municipales de la sierra norte, y otra en Tehuacán para los del sur.
Paralelamente, el director del Ipodem nombra como su segundo de abordo a Bernardo Arrubarrena García, contrata a ex funcionarios del ayuntamiento de San Martín Texmelucan y ofrece organizar un primer seminario con la presencia del senador Diego Fernández de Cevallos.
De inmediato los paredistas se inconforman. Cuestionan no sólo el nombramiento del joven Arrubarrena por sus nexos frailistas y la contratación de gente de San Martín Texmelucan por supuestos malos antecedentes en el manejo de fondos del ramo 33, sino que además ponen en duda la visita de Diego Fernández.
En suma: a Luis Paredes le calientan la cabeza. “El Ipodem -le juran- solo es un instrumento político al servicio de Francisco Fraile”.
La reacción no se hace esperar. El ayuntamiento de Puebla, que para entonces había entregado más de 630 mil pesos, congela sus aportaciones, en tanto no se le permita investigar cómo opera.
Después de algunos jaloneos, la dirigencia estatal del PAN acepta la auditoría. Luis Paredes encomienda a Héctor Vera Arenas investigar qué sucede y éste entrega un reporte demoledor: El Ipodem está quebrado y al paso que va dejará un hoyo de 4 millones de pesos en un año.
Si las conclusiones del arqueo son ciertas o falsas, o si están prejuiciadas por rencillas políticas personales, es lo de menos. Lo real, lo importante, es que el Ipodem hoy naufraga entre la incertidumbre y el descrédito.
Incertidumbre, porque nadie a ciencia cierta sabe qué pasará con él, aun cuando su actual director general, Ángel Carrasco, sea reemplazado por Oscar Vera Arenas, asesor de Luis Paredes y hermano de Héctor Vera.
Y descrédito, porque si antes de que estallara el conflicto los alcaldes panistas hacían con reticencia sus aportaciones, ahora que éste se ha convertido en botín de guerra entre las huestes del senador Francisco Fraile y las de Luis Paredes, contados serán los que quieran arriesgarse a meterse entre las patas de los caballos.
El recuento de daños no podía ser peor: un Instituto en ruinas, con un director tambaleándose por la falta de apoyo, por las deudas y salarios vencidos del personal que todavía queda en una de las tres oficinas con que el Ipodem contaba, pues las de Tehuacán y Tlatlauqui fueron cerradas, y con escasas posibilidades de recuperar lo perdido, no sólo porque su cabeza pende de un hilo, sino porque quien llegue a sustituirlo no podrá sustraerse de lo que parece una guerra fraticida al seno del PAN entre frailistas y paredistas.
EN CORTO
Si usted quiere saber quiénes serán los hombres y mujeres de confianza del deslegitimado Moisés Carrasco Malpica, una vez que el próximo jueves se convierta en el presidente número 52 en la historia del PRI ahí le van algunos nombres: Juan Carlos Lastiri Quirós, secretario del Consejo Político Estatal; el ex diputado local Ángel Pacheco Ahuatzin, secretario de Elecciones del Comité Directivo Municipal de Puebla; la esposa de éste último; los también ex diputados Julio César Bouchot Garrido, coordinador de presidentes municipales y regidores del PRI, y Martín Fuentes Morales, coordinador de asesores del presidente de la Gran Comisión del Congreso del estado, Víctor Manuel Giorgana Jiménez, y Jaime Orea Recio, ex director de Regularización y Registro del ayuntamiento de Puebla. ***** Juran y perjuran los enterados que el arribo de Carrasco Malpica a la dirigencia estatal del tricolor no sólo tiene el propósito de preparar el proceso electoral federal del 2003, sino la sucesión gubernamental de Melquiades Morales para limpiarle el camino al actual senador de la República, Germán Sierra Sánchez, quien sin aspavientos ha ido sembrando en posiciones clave a gente de su confianza, con la ayuda por supuesto de uno de sus principales operadores, José Ernesto Echeguren Barrueta. ***** Hoy se instalará formalmente el Consejo Local del Instituto Federal Electoral, con la inclusión de un nuevo consejero, Enrique Glockner Corte, quien sustituye en el cargo a su tocayo Enrique Ramírez Valverde, quien prefirió quedarse en el Instituto Electoral del Estado con su dieta de más de 60 mil pesos mensuales. No le extrañe a usted que en una de las primeras sesiones del Consejo Local del IFE, el representante del PRI o de Convergencia por la Democracia o del Partido Liberal Progresista se lancen a pedir la cabeza del nuevo consejero Enrique Glockner, cuya designación fue cuestionada el lunes pasado por el comisionado priísta ante el Consejo General del Instituto, Fidel Herrera Beltrán, aduciendo una supuesta afinidad con el PAN. ***** El jueves 17 de los corrientes alguien le preparó una celada al ex presidente municipal de Puebla, Mario Marín Torres, en Ciudad Serdán. Resulta que ese día, en el auditorio de la Casa de la Cultura de la población, Marín ofreció una conferencia sobre delitos electorales y al final de su intervención alguien lo cuestionó sobre el tema de la corrupción y el narcotráfico. El asunto no tendría nada de particular si no fuera por tres pequeños detalles: quien lo interrogó no era de Ciudad Serdán, tampoco un improvisado y sus preguntas se centraron sobre la corrupción en la Dirección de Obras Públicas (sobreprecios en las obras de los cruceros inteligentes) y en la Dirección de Registro y Fiscalización (cobro de cuotas a giros negros) y en la acusación que a comienzos de octubre le formulara el columnista Juan Ruiz Healy, como protector del cártel de los Arellano Félix. ***** Un pésimo debut como presidente de la Conferencia Nacional de Congresos y Legisladores Estatales tuvo el priísta Víctor Manuel Giorgana Jiménez la noche del viernes. Para empezar porque nunca pudo convencer a los panistas de integrarse a la asociación, y porque éstos lo hicieron ver como un títere de la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago), al pretender constituir un organismo al margen de la legalidad y sin personalidad jurídica para involucrarse en el tema del federalismo hacendario. ***** Y hasta la próxima.