Lunes, 19 Agosto 2002
Ago19

Por qué un burócrata no debe ser el presidente del PRI

¿Quién debe ser el próximo dirigente estatal del PRI?

 

Creo que para responder esta pregunta lo primero que tendríamos que plantearnos es cuál será la función del sucesor de José Alarcón Hernández: ¿Sacar sólo la elección de diputados federales del 2003 o preparar el terreno para la sucesión del gobernador Melquiades Morales Flores en el 2004?

 

La lógica nos indicaría que quien llegue a la presidencia del Comité Directivo Estatal del PRI en realidad tendría que hacerse cargo de la dos tareas, con la ventaja de que si no da resultados en el primer proceso electoral, el gobernador estaría todavía en condiciones de hacer los ajustes necesarios y nombrar a un nuevo dirigente que le sacara al buey de la barranca en los comicios locales del 2004.

 

Desde esta perspectiva, me parece que el análisis de los prospectos que hoy existen para relevar a José Alarcón podría ser más objetivo si la discusión la centramos no en las personas, sino en sus perfiles y en ver si éstos se ajustan o no a lo que el PRI requiere para ganar, primero las elecciones federales del año entrante, y más tarde las de gobernador.

 

De otra manera, se corre el riesgo de que el análisis de los candidatos a suceder a José Alarcón se mezcle o se contamine con las filias y fobias de los aspirantes a la gubernatura, así como de los grupos y líderes que en torno a ellos se mueven.

 

Entremos, pues, a la discusión.

 

Creo que la primera característica que el futuro dirigente debe reunir es ser un militante conocido y reconocido por los priístas. Si alguna lección le dejaron al PRI los comicios del 2001, es que para ganar necesita no sólo del voto de la sociedad civil, sino de su membresía, y ésta no se sentirá cercana a su dirigencia si le imponen a un burócrata con muchos años de servicio, por muy amigo del gobernador que sea.

 

Ello significa, en pocas palabras, que el PRI necesita además de un líder capaz de ganar votos entre los miembros de la sociedad civil, a un priísta que cuente con el reconocimiento y aprecio de la militancia de su partido.

 

Otra característica que en mi opinión debe reunir el futuro dirigente del tricolor, es no aspirar en el futuro inmediato a la gubernatura del estado. Las razones son obvias. ¿O es que alguien piensa que Mario Marín, Germán Sierra o Rafael Moreno Valle no utilizarían la estructura del PRI en su propio beneficio?

 

Todavía más recomendable sería que el próximo presidente del partido no estuviera identificado, al menos abiertamente, con alguno de los aspirantes a la gubernatura. Las razones también son obvias.

 

Una característica más, y quizá la más importante, tendría que ver con la personalidad, el carácter y la autoridad moral que habrían de conjugarse en el futuro mandamás del PRI.

 

De entrada, lo recomendable sería que el sucesor de José Alarcón fuera una persona respetada por los líderes y organizaciones al interior del partido, experimentada en las lides electorales, tolerante y conciliadora, pero de carácter firme para cuando haya necesidad de meter orden o hacer cumplir a los aspirantes las reglas del juego pactadas entre ellos o delineadas desde la cúpula.

 

Dicho lo anterior, entremos al análisis de los prospectos que hasta ahora se han mencionado para ocupar la presidencia del Comité Directivo Estatal del PRI. Por orden alfabético:

 

Alberto Amador Leal. Si bien el actual diputado federal por el distrito de Huauchinango es una gente con experiencia política, administrativa y partidista, y que estaría lejos de caer en la tentación de utilizar la estructura del partido en su propio provecho, la enemistad que mantiene con uno de los aspirantes a la gubernatura no parece ser su mejor carta de recomendación. Y menos cuando el susodicho es visto como el delfín del gobernador Melquiades Morales. Me refiero al secretario de Finanzas y Desarrollo Social, Rafael Moreno Valle Rosas.

 

Otro antecedente que juega en contra de Alberto Amador son los conflictos que en el pasado sostuvo con Guillermo Jiménez Morales, Mariano Piña Olaya y Manuel Bartlett Díaz cuando éstos fueron gobernadores.

 

Víctor Díaz Palacios. Aunque nadie puede negarle militancia, lo cierto es que su carrera partidista no ofrece nada digno de mencionar, salvo la diputación federal por el distrito de Libres que obtuvo en las elecciones del 2000, gracias a su cercanía con el gobernador Melquiades Morales y con el extinto senador Rafael Cañedo Benítez.

 

A la par de esa situación, Díaz Palacios tendría otros dos problemas: su cercanía con Moreno Valle y el haber jugado las contras al actual dirigente nacional del tricolor, Roberto Madrazo Pintado, en las elecciones en que éste derrotó a Beatriz Paredes Rangel.

 

Héctor Jiménez Meneses. Del actual contralor del estado, lo que más se pondera es su cercanía con el gobernador Melquiades Morales, sin embargo de su carrera partidista y méritos políticos poco se habla, con todo y que ha sido secretario de Gobernación en dos ocasiones y líder del Congreso del estado.

 

Y es que en realidad Héctor Jiménez nunca se ha distinguido por ser un eficaz operador político. Con Piña Olaya el verdadero secretario de Gobernación era Alberto Jiménez Morales, de suerte que don Héctor sólo llevaba los asuntos de mero trámite. Y con Melquiades Morales, su suerte no cambió, tanto que tuvo que ser relevado por quien venía desempeñándose como procurador de Justicia, Carlos Arrendondo Contreras.

 

Con Héctor Jiménez el principal riesgo que corre el PRI es que la  sucesión se le salga de control. Y es que no se ve cómo el hoy contralor sería capaz de meter al orden a Mario Marín en caso de que éste se saltara las trancas o simplemente se fuera por la libre, si como secretario de Gobernación del estado fue incapaz de hacerlo cuando aquél era presidente municipal de Puebla.

 

Así las cosas, más le valdría al PRI abrir el abanico a otros prospectos que reúnan el perfil. Por lo pronto le dejó aquí dos nombres: Guillermo Pacheco Pulido y Alberto Jiménez Morales. A ambos seguramente se les podrán encontrar peros, pero le adelantó que menos que a cualquiera de los ya citados.

 

En corto

Mal le fue al rector de la Universidad Autónoma de Puebla, Enrique Doger Guerrero, en su presentación en sociedad como simpatizante del PRI. Y es que sin imaginárselo siquiera, el discurso del dirigente nacional priísta, Roberto Madrazo Pintado, le quedó como anillo al dedo. Madrazo, quien encabezó el sábado en el Centro de Convenciones un encuentro nacional de alcaldes priístas, afirmó que el tricolor ya no quiere más candidatos golondrinos “que sólo buscan la primavera electoral”, sino candidatos con militancia, surgidos de la base y que surjan de abajo hacia arriba. Las palabras del máximo jerarca del PRI provocaron que buena de los ortodoxos políticos poblanos voltearan a ver al rector Doger, a quien no le quedo más remedio que aplaudir junto con su compañero de mesa en ese desayuno, Víctor Manuel Giorgana Jiménez. Por la noche, el rector de la UAP ya ni se apareció en la cena que la institución ofreció a los más de mil alcaldes invitados al encuentro. ***** Tómelo con seriedad, pero aunque usted no lo crea fueron varios los presidentes municipales priístas que durante los tumultos de salutación a su dirigente nacional, Roberto Madrazo, perdieron hasta la cartera. Y si no pregúntele usted a José Manuel Murcia Rodríguez, edil de Loma Bonita, Oaxaca, quien después del carterazo todavía se tuvo que soplar la frase de uno de sus compañeros de partido: “que no te das cuenta que estas en el PRI”. ***** El presidente municipal de Acajete, el priísta Fidel Flores Jiménez, ya no sabe qué hacer para devolverle a su homólogo de Puebla, Luis Paredes Moctezuma, el favorcito de haberle coronado en su propio territorio a la reina de la feria, María Eugenia Suárez Contreras, ya que para hacerlo tiene que aguantarse hasta las fiestas de mayo del año entrante. ***** Y hasta la próxima.