Lunes, 03 Febrero 2003
Feb03

Los verdaderos operadores electorales del PRI

Para no pocos observadores políticos, el hecho de que en tiempos electorales la nueva dirigencia estatal del PRI, encabezada por Moisés Carrasco Malpica, haya despedido a más de la mitad del personal que venía cobrando en el edificio de la Diagonal Defensores de la República, ha sido motivo de suspicacias.

 

Y es que nadie en su sano juicio puede entender cómo un partido que se prepara para entrar a una elección tan competida, como la del 6 de julio, se deshace a estas alturas de más de 150 empleados.

 

La lógica de esos despidos tiene, sin embargo,  su explicación en una verdad irrebatible: la estructura con la que el PRI se prepara y espera ganar la mayoría de los 15 distritos electorales federales de la entidad no opera, ni cobra en el PRI.

 

Ésta en realidad es financiada con recursos públicos y operada por Alberto Esteban Morelos y Héctor Laug García desde la Subsecretaría de Participación Ciudadana de la Secretaría de Gobernación y desde el edificio ubicado en la esquina de la avenida Juan de Palafox y Mendoza con la calle 2 Norte.

 

Alberto Esteban, quien durante el sexenio de Mariano Piña Olaya fue uno de los operadores políticos de Alberto Jiménez Morales, hoy no sólo se encarga de coordinar el trabajo de las Comisiones Distritales de Unidad y Congruencia (coduc´s) del PRI, sino de garantizar que las obras y beneficios del gobierno del estado se traduzcan en votos y apoyos a favor de los candidatos del tricolor.

 

Pero ¿qué son las coduc´s?

 

Según un documento interno del PRI, estas comisiones tienen la misión de “asegurar la victoria electoral en el 2003 dando atención precisa a cada espacio geoelectoral”, a través de dos programas sustantivos: el de promoción y activismo político, y el de estructura electoral y representación partidista.

 

El equipo conformado por Alberto Esteban para sacar adelante las tareas encomendadas es también singular, pues con él colaboran personajes como Víctor Cánovas Moreno, ex candidato a la gubernatura de Nayarit que al comienzo de la gestión melquiadista trabajó como director de Vínculación Social y más tarde como coordinador de Desarrollo Social de la Secretaría de Finanzas; Néstor Gordillo, funcionario de la Subsecretaría de Desarrollo Social en el sexenio de Manuel Bartlett Díaz; y Mario Alberto Tedy Recio, ex funcionario de Conasupo, ex presidente del Comité Municipal del PRI y ex delegado de Liconsa.

 

Así como Adolfo Meneses Pardo, ex secretario de la Junta Local del IFE, y ex secretario técnico de la desaparecida Comisión Estatal Electoral (CEE), y dos de sus más allegados colaboradores: Francisco Cortés Rico y Sergio Badillo Morán, quienes en su momento fungieron como coordinador de Organización y jefe de Informática de la CEE, respectivamente.

 

A todos ellos se les puede ver con frecuencia en las oficinas de la Subsecretaría de Participación Ciudadana, ubicadas en el barrio de El Alto, en lo que fueron las instalaciones del Centro de Arte Dramático (Cadac) del dramaturgo Héctor Azar Barbar.

 

Sin embargo, el centro operativo más importante de esta estructura electoral paralela al PRI, montada por el gobierno del estado, se encuentra fuera de ahí, aunque no muy lejos.

 

Se ubica, por increíble que parezca, en contra esquina del zócalo, en la planta alta del edificio de Protocolos. Y es comandado por Héctor Laug, cuya fotografía, robándose una urna, pistola en mano, en la colonia Barranca Honda, forma parte del anecdotario político nacional, gracias a que el PAN volvió a utilizarla en sus spots televisivos como símbolo de los fraudes electorales cometidos por el PRI.

 

Su presencia no ha pasado inadvertida, debido a que es de los pocos privilegiados en contar con apartado de estacionamiento frente al 204 de la avenida Juan de Palafox y Mendoza, sin importar a qué hora llegue o si ese día utiliza un Stratus gris acerado, uno color dorado o la Suburban azul marino con placas de circulación REP8432 del estado de Nayarit. El caso es que siempre cuenta con espacio disponible.

 

Otro detalle que tampoco ha pasado desapercibido para los vecinos y curiosos es el movimiento de personas, que además de estacionar sus Ram Charger atrás de la camioneta o el Stratus de Héctor Laug, entran y salen del edificio porfirista con expedientes y listados electorales.

 

El centro de operaciones de Héctor Laug no es desconocido por el secretario de Gobernación, Carlos Arredondo Contreras, ni por el subsecretario de Participación Ciudadana, Alberto Esteban; tampoco por el delegado del CEN del PRI, Rafael González Pimienta, y su dirigente estatal, Moisés Carrasco Malpica.

 

Otra pieza importante en este entramado político, donde las estructuras del PRI y el gobierno del estado se entrecruzan, es el chihuahuense Jesús Pérez Piñón y su empresa de consultoría Strategia.

 

Su rol político no está del todo claro, pues aunque en teoría fue contratado para elaborar y dirigir la estrategia del partido y sus candidatos a diputados federales, así como para capacitarlos en materia de marketing, en realidad sus atribuciones van más allá.

 

Y es que Pérez Piñón ha venido construyendo su plan de campaña y operando algunas líneas de acción con recursos y personal de la Secretaría de Gobernación y de la Dirección de Comunicación Social, con la complicidad de sus titulares Carlos Arredondo y Felipe Flores Núñez.

 

De estas dependencias han salido los estudios que el estratega priísta ha requerido para investigar la imagen de su partido, el posicionamiento de sus precandidatos, la penetración del PAN y de otras organizaciones políticas; para armar su plan de campaña, con un programa de promoción y activismo político, y otro de capacitación y movilización electoral; y para elaborar su plan de medios con cifras sobre circulación y rating de los principales periódicos y noticieros, y con un perfil de medios y columnistas.

 

Las huellas que Pérez Piñón o su socio José Manuel Pinto Saucedo han dejado a su paso por el despacho de Alberto Esteban o la oficina de Rafael Quiroz Corona, dedicada al monitoreo de medios y periodistas, no son difíciles de rastrear.

 

Por lo pronto, tenga usted por seguro que los mejores capítulos de esta triangular historia del estratega Pérez Piñón, del operador Alberto Esteban y del ingeniero electoral Héctor Laug, aún están por escribirse.

 

Se lo prometo.

 

Aquí un adelanto: ¿Sabe usted de quién es la casa de la 13 Poniente 2921, en la colonia La Paz, donde se ubican las oficinas de Pérez Piñón y sus socios José Manuel Pinto y Cecilia Rubio? ¿Qué relación guarda la empresa Strategia con otros despachos de consultoría en Puebla? ¿Cuál es el vínculo entre ellas? ¿Por qué Video Grylm, de Luis y Ricardo Urzúa, fue excluida de la producción de videos y anuncios televisivos del PRI?  ¿Por qué se prefirió la contratación de Argos y cuánto cobró? ¿Por qué Moisés Carrasco Malpica no es mas que una figura decorativa en el PRI?  ¿Cuál es el amarre de Héctor Laug para comandar la operación electoral del PRI desde un edificio del gobierno del estado?  ¿A que instancias obedece la participación de Pérez Piñón en un seminario sobre marketing y campañas electorales a partir de mañana en el Tec de Monterrey, campus ciudad de México? ¿Quién firmará los convenios de publicidad con los medios? ¿De dónde saldrán esos recursos? ¿Por qué Javier Luna se siente marginado? ¿Por qué ya ni sus monitoreos son tomados en cuenta? ¿Quién instruyó a Pérez Piñón para apoyar al senador Germán Sierra, a Gerardo Corte Ramírez y a Víctor Gabriel Chedraui para mejorar su imagen y presencia en el estado y en sus respectivos distritos? Y hasta la próxima.