Lunes, 17 Abril 2006
Abr17

Puntea el PAN la contienda presidencial

Para los priístas de nueva generación debe resultar sumamente incómodo tener que recurrir a una figura política del pasado, como el ex gobernador Melquiades Morales Flores, para ganar una elección como la del próximo domingo 2 de julio.

Y es que hoy por hoy no tienen de otra, pues su principal activo —el gobernador en funciones Mario Marín Torres— perdió la aprobación mayoritaria de los poblanos tras el escándalo de su conversación telefónica con el empresario Kamel Nacif Borge.

De acuerdo con la última encuesta estatal realizada por “Opina, Consultoría Estratégicaâ€, el 57.6% de los ciudadanos de la entidad desaprueba la forma de gobierno del mandatario estatal, contra un 37.6 que la aprueba.

El problema para los priístas de nueva generación y sus estrategas electorales es que esta situación ha mermado no sólo las expectativas de los ciudadanos con respecto a la gestión marinista, sino el potencial de voto de sus candidatos a la Presidencia y al Senado de la República.

En noviembre del año pasado, antes de que la periodista Lydia Cacho Ribeiro fuera detenida, 3 de cada 10 ciudadanos del estado creían que su situación era mejor con respecto a la del año pasado, hoy esta expectativa sólo es compartida por 1.6 de cada 10 personas.

Según el estudio demoscópico, aplicado a una muestra representativa de 1,200 ciudadanos del estado durante la primera semana de abril, si hoy fueran las elecciones para presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa y el PAN ganarían los comicios con el 34.6% de la intención de voto, y el segundo lugar se los disputarían Roberto Madrazo de la Alianza por México con el 26.7% y Andrés Manuel López Obrador, de la coalición Por el Bien de Todos, con 26.1%.

La merma que Roberto Madrazo ha sufrido en la entidad por el desgaste del gobernador Mario Marín es considerable, pues en noviembre su intención de voto era de 35.2% y en abril es de 26.7%, es decir que bajó 8.5 puntos.

En cambio la intención de voto de Felipe Calderón y el PAN subió 8.3 puntos, al pasar de 26.3% que tenía en noviembre a 34.6 % en abril.

En la elección para senadores este fenómeno se repite, pues los votos que pierden los candidatos del PRI y/ola Alianzapor México, el PAN los cacha.

En noviembre de 2005, el PRI sacaba al PAN una ventaja de 6.6 puntos, sin embargo cinco meses después la intención de voto de los candidatos panistas aumentó 6.3 puntos.

Si individualmente se analiza el potencial de voto de cada uno de los candidatos al Senado, la conclusión es que el ex gobernador Melquiades Morales Flores es por mucho el mejor activo del PRI.

Melquiades tiene un conocimiento probado del 90.7%, un voto favorable del 66.5% y un voto de rechazo del 30.2%.

Rafael Moreno Valle, quien es el segundo candidato mejor rankeado al Senado, tiene un conocimiento probado del 41.5%, un voto favorable de 42.2% y un voto de rechazo de 49.3%, es decir, pesa más el voto en contra que a favor.

Mario Montero Serrano tiene, en cambio, un conocimiento probado de 70.1%, un voto favorable de 37.3% pero un voto de rechazo de 52.9%, lo que significa que 1 de cada 2 ciudadanos que lo conoce votaría en contra de él.

Si comparamos los números de Melquiades Morales con los del PRI y los de Mario Marín, la importancia del ex gobernador poblano como una figura clave en el actual proceso electoral se hace aún más evidente.

Me explico.

Mientras por Melquiades Morales estarían dispuestos a votar 6 de cada 10 posibles electores de la entidad, por Roberto Madrazo sólo lo harían 3 de cada 10. En este contexto, hay que añadir que la forma de gobierno de Mario Marín sólo es aprobada por 3.7 de cada 10 ciudadanos.

El inverso de la moneda es el siguiente: Mientras Melquiades Morales sólo tiene el rechazo de 3 de cada 10 posibles votantes, los ciudadanos que desconfían del PRI y su candidato presidencial son de 4 de 10 y los que desaprueban la gestión de Mario Marín son 6 de cada 10.

Desde esa óptica y desde esa perspectiva, es que decimos que para los priístas de nueva generación debe resultar no sólo incómodo, sino traumático el tener que recurrir a una figura política del pasado para tratar de recomponer el presente y medio vislumbrar el futuro.Â