30/Octubre/2005
Noticias Vanguardia

Una vez más el caso del sacerdote Nicolás Aguilar, quien ofreció sus servicios en al comunidad de Vicente Ferrer, en la región de Tehuacán y es acusado de incurrir en pederastia, es motivo de análisis nacional, al presentarse nueva información en el semanario Proceso.

A través de una búsqueda en Internet, en el portal digital Noticias Vanguardia se encontró información relacionada con este caso, en donde incluso se habla de denuncias interpuestas en la región de Tehuacán por parte de las familias de cuatro niños presuntamente agraviados.

A continuación se reproduce el material periodístico de manera íntegra:

 

“Sacerdote pederasta se refugia en México”

El obispo mexicano tenía problemas. Un agresor casi asesina a uno de sus sacerdotes cuya mala conducta sexual era bien conocida por el prelado. Y después, los pobladores declaraban ante la policía sobre la multitud de jóvenes que visitaban la residencia parroquial del sacerdote. 

El obispo estadounidense tenía otro problema: una carencia de sacerdotes de habla hispana para servir a una creciente población inmigrante. 

Y así, en 1987, el padre Nicolás Aguilar tuvo oportunidad de comenzar de nuevo en el sur de California. Sólo nueve meses después, el padre Aguilar se mudó otra vez, y dejó atrás uno de los casos de abusos sexuales a menores más grandes dela Arquidiócesisde Los Ángeles. Otra vez, el escándalo se contuvo cuando el sacerdote huyó a esconderse en el extranjero. 

La historia de la travesía internacional del padre Aguilar coincide con un patrón que los líderes dela Iglesia CatólicaRomana han repetido en todo el mundo, según descubrió una investigación de un año de The Dallas Morning News. 

En este caso, los dos obispos se han convertido en prominentes figuras de la jerarquía católica mundial. Uno de ellos, Norberto Rivera, es ahora cardenal de la ciudad de México y uno de los hombres más poderosos de su país. El otro, el cardenal de Los Ángeles Roger Mahony, encabeza la diócesis más grande de Estados Unidos. 

El padre Aguilar es más que un secreto que se oculta en el armario de la iglesia. Después de esquivar cargos penales en California, donde la policía dijo había abusado de al menos 26 niños, fue acusado de abuso en 1997 en México. Los líderes eclesiásticos lo mantuvieron en el ministerio durante el tiempo que estuvo pendiente el proceso e incluso después de ser encontrado culpable en el 2003. Recientemente, evitó una sentencia en base a un tecnicismo legal, afirma un juez mexicano. 

El cardenal Rivera no respondió a peticiones por escrito de The Dallas Morning News acerca de información sobre el sacerdote. Cuando se le preguntó recientemente después de una misa sobre lo que ha ocurrido con el padre Aguilar desde su regreso a México, el Cardenal dijo: “Lo ignoro completamente”. Y no dio más explicación. 

El cardenal Mahony se rehusó a ser entrevistado. Su vocero, Tod Tamberg, no respondió a la mayoría de las preguntas del Dallas Morning News, aunque afirmó que Aguilar había sido aceptado en Los Ángeles después que el cardenal Rivera escribió que el sacerdote quería trasladarse ahí “por razones familiares y de salud”. 

El padre Aguilar, en una breve entrevista en un juzgado de Tehuacán, Puebla, negó todos los cargos. 

“Dios sabe que todo es una calumnia para destruirme”, dijo el sacerdote de 62 años, al Dallas Morning News. 

Numerosos documentos y entrevistas con ex feligreses sugieren lo contrario. 

En un barrio pobre de Tehuacán, Catalina Cortez recordó cómo permitió que su hijo de 11 años visitara la casa del padre Aguilar los sábados por la tarde, en 1997, para prepararse para su primera comunión. 

Ella no sabía nada sobre la desaparición hacía 10 años del sacerdote de Los Ángeles entre alegatos de abuso sexual. 

“Este Aguilar venía a nuestra casa y pedía que los niños fueran a dormir con él”, dijo Cortez, cuyo hijo fue uno de los cuatro niños que denunciaron presuntos abusos a la policía. “Yo traté de respetar lo que quería, porque él era un sacerdote y yo soy una persona ordinaria”.

 

“No te acerques a Aguilar”

Personas laicas, desde seminaristas, feligreses, hasta la policía, se han quejado durante mucho tiempo sobre el padre Aguilar. 

Las acusaciones de abuso sexual contra el padre Aguilar comenzaron a surgir en la década de 1970, de acuerdo con Jorge Cadena, un ex estudiante de preparatoria del seminario de Tehuacán. Él afirma que un compañero de clase le contó que el padre Aguilar lo había atacado. 

“Todo el mundo sabía que mejor no te acercabas a Aguilar”, dijo Cadena, quien es ahora profesor de ingeniería en una escuela técnica cercana. “Pero cuando me quejé con los sacerdotes a cargo, me corrieron de la escuela”. 

En 1986, o principios de 1987, cuando el padre Aguilar dirigía una parroquia en Cuacnopalan, cerca de Tehuacán, alguien intentó asesinarlo. Un sábado por la noche, un lugareño lo encontró en la residencia de la iglesia en un charco de sangre. 

Fue agredido con un garrote o herido con una botella o recibió un balazo, dependiendo del relato. No existen registros públicos del delito, que quedó sin resolver. Las autoridades dijeron que el padre Aguilar no quiso iniciar una acción judicial. 

Miguel Pérez, un vecino de la iglesia que era el jefe de policía local en ese entonces, dijo que ayudó en la investigación y sospechaba que el padre Aguilar había sido atacado por uno o más de sus invitados. 

“Los fines de semana, el cura siempre tenía visitantes, jóvenes y adolescentes, que ahí pasaban la noche”, dijo Pérez, quien vive todavía frente a la iglesia.

 

Nuevo trabajo en el este de Los Ángeles

En abril de 1987, el sacerdote fue transferido a la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe en el este de Los Ángeles. Y casi dos meses después, fue transferido de nuevo, a Santa Agatha en el sur-centro de Los Ángeles. 

El padre Aguilar mantuvo lazos con las familias de la primera parroquia. Para diciembre de 1987, dos monaguillos de ese templo le habían contado a su madre que el sacerdote Aguilar había abusado de ellos. 

Ella se comunicó con el sacerdote en jefe de la parroquia. Él le rogó que se quedara callada, afirma. El sacerdote en jefe también alertó al jefe de personal sacerdotal de la arquidiócesis, monseñor Thomas Curry. 

Mientras tanto, el esposo de la mujer se puso en contacto con otra pareja a quien el padre Aguilar había ofrecido su amistad. Pronto, sus hijos también dijeron que habían sido víctimas de abuso sexual. 

Un fin de semana de enero de 1988, su madre llamó a la escuela parroquial, cuyo director notificó a la policía el siguiente lunes por la mañana. 

Fue demasiado tarde. Monseñor Curry, quien en la actualidad es obispo y aún trabaja para el cardenal Mahony, había informado al padre Aguilar sobre las acusaciones por lo menos dos días antes y lo había suspendido. 

El padre Aguilar había dicho a monseñor Curry que regresaría a México, de acuerdo con reportes policiales. Curry no avisó a las autoridades sobre los planes del sacerdote. Mientras tanto, el padre Aguilar le pidió a un familiar que lo llevara en coche hasta Tijuana.

 

La búsqueda de los padres

Luego de que el padre Aguilar dejó Los Ángeles en 1988, el cardenal Mahony escribió al cardenal Rivera, pidiéndole cooperar con los detectives. El cardenal Mahony describió su pedido como “muy urgente”, aunque esperó dos meses para enviar la misiva. 

“Es casi imposible determinar con precisión el número de jóvenes acólitos de los que él ha abusado sexualmente, pero el número es grande”, escribió el cardenal Mahony. “Es necesario que este sacerdote sea detenido y regresado aquí a Los Ángeles para sufrir las consecuencias de sus acciones tan inmorales”. 

“Usted comprenderá que no estoy en posibilidad de localizarlo y mucho menos de obligarlo a regresar y que comparezca en los tribunales”, escribió el cardenal Rivera, en una carta fechada el 17 de marzo de 1988. 

El cardenal Rivera también recordó al cardenal Mahony que él le había dado, cuando envió al padre Aguilar a Los Ángeles, “un resumen de los problemas homosexuales del padre” (vea el texto completo de las cartas en www.dallasnews.com). 

El cardenal Mahony escribió al cardenal Rivera, diciendo que “no admitimos ningún sacerdote aquí con cualquier problema homosexual”. Dijo que nunca había recibido la advertencia y le pidió que la enviara nuevamente. El cardenal Rivera no lo hizo así, de acuerdo con la oficina del cardenal Mahony. 

El cardenal Rivera no respondió a la petición del Dallas Morning News de una copia de la advertencia.

 

La historia del niño que huyó

En 1995, el año en que el caso fue rechazado, el directorio de la iglesia indicaba que el padre Aguilar servía en una parroquia de la ciudad de México. La arquidiócesis también obtuvo un nuevo líder ese año: el cardenal Rivera. 

Sin embargo, para 1997, el padre Aguilar se encontraba de regreso en su diócesis originaria de Tehuacán, trabajando en la periferia de la ciudad. Su centro era la capilla de San Vicente Ferrer, un modesto edificio de concreto en la parroquia de San Nicolás Tolentino. 

Un día, un niño de 12 años quien estaba activo en la parroquia huyó de su casa. Sus padres lo hallaron en la casa de un pariente a unos120 kilómetrosde distancia, donde había llegado por autobús acompañado por un amigo de 14 años. 

El hijo le dijo a su padre la razón por la cual había huido: el padre Aguilar había abusado de él durante meses, y esta fue la declaración que el niño le dio la policía. Pronto, su amigo y otros dos muchachos informaron que el padre Aguilar también había abusado de ellos. 

“Sentí que alguien me había echado agua hirviendo cuando supe de eso”, dijo María de Jesús González, madre del niño de 12 años. 

El padre Aguilar había escogido a su hijo como el líder de un grupo que estudiaba el catecismo. El sacerdote colmaba al niño de atenciones, y a menudo le pedía que se quedara después que los otros chicos habían marchado, según reportes de la policía. 

El sacerdote también amenazó con matar a la madre o el hermano menor del niño si él le contaba del abuso a alguien, según documentos de la corte y entrevistas. 

González llevó resueltamente a los chicos a la delegación de policía para que rindieran sus declaraciones tras enterarse de las acusaciones. 

Ella no desistió, y el caso prosiguió. En 2003, seis años después de que se presentaron las quejas iniciales, el juez estatal Carlos Ramírez declaró al padre Aguilar culpable de una acusación de delito menor de abuso basado en las acusaciones de un menor de 14 años. 

El juez Ramírez condenó al padre Aguilar a un año en prisión, pero el sacerdote mantuvo su libertad bajo fianza mientras apelaba la decisión ante un tribunal federal.

 

Las quejas llegan a Fox

El cardenal Rivera, ahora la figura más prominente dela Iglesia Católicaen México, ha hecho declaraciones confusas en cuanto al abuso sexual. 

En el 2002, cuando varios obispos prominentes criticaron sugerencias de que la iglesia debería entregar sacerdotes acusados a la policía, el cardenal los regañó: “Cuando suceden estos abusos criminales, dentro o fuera de la iglesia, por supuesto que deben ser denunciados a las autoridades correspondientes y se debe hacer justicia”. Esa declaración se dio en un sermón televisado. 

Pero también le dijo a la publicación católica italiana 30 Giorni en el 2002 que “según yo sé, no se ha documentado ningún reporte” a las autoridades mexicanas sobre algún sacerdote que abuse sexualmente de niños. 

Mientras tanto, las protestas sobre el caso Aguilar han llegado hasta el presidente Vicente Fox. 

En una carta al presidente mexicano, fechada en julio del 2003, la senadora federal, Dianne Feinstein, demócrata de California, se quejó que el sacerdote había quedado libre por que “los procuradores mexicanos no presentaron el caso a tiempo para que fuera enjuiciado”. 

El caso del padre Aguilar fue uno de los varios que ella mencionó como evidencia de que México no estaba actuando con vigor con las personas que cruzaron la frontera, huyendo, tras cometer delitos en California. Fox jamás respondió, manifestó la oficina de Feinstein. Los asesores de Fox no respondieron a las peticiones del Dallas Morning News  para que comentaran al respecto.

 

Repercusiones

El recuerdo del padre Aguilar aún atormenta a los cuatro niños de Tehuacán quienes lo acusan de abuso. 

En cuanto a Aguilar, ha trabajado en al menos cinco diócesis mexicanas después de partir de Los Ángeles. Mientras el caso de Tehuacán estaba pendiente, volvió a sus deberes parroquiales en la ciudad de México, trabajando para el cardenal Rivera, antes de mudarse a un cargo en la catedral de la diócesis de la ciudad de Lázaro Cárdenas, según documentos y entrevistas. 

“Algunos de mis colegas sacerdotes me han ofrecido la caridad de dejarme vivir con ellos”, dijo, agregando que aún pertenece formalmente a la diócesis de Tehuacán. 

“No paso mucho tiempo en un solo lugar”. 

El reportero Brooks Egerton reportó desde el sur de California y Dallas; el reportero Brendan M. Case reportó desde la ciudad de México y el estado cercano de Puebla. El asistente de noticias Javier García contribuyó con este reportaje”. 

(Recopiló: Blanca Patricia Galindo)