Se llamaba entonces simplemente Stefani Joanne Angelina Germanotta y era la camarera de un restaurante neoyorkino. Una compañera de trabajo, de nombre Malgorzata Saniewska y que en esos días se iniciaba en la fotografía, se ofreció para retratarla. El escenario fue simple, doméstico. La casa paterna de la propia Germanotta.
Los años seguirían corriendo, y Stefani Joanne Angelina cambiaría su nombre a uno que le daría fama mundial: Lady Gaga. Y las fotos quedaron ahí, como el primer portafolio de una futura estrella, y como recuerdo del verano de 2005.
Saniewska recién había llegado de su natal Polonia, y trabajaba en el bar del mismo restaurante donde Gaga atendía. La joven polaca, entonces de 24 años, arribó dos años antes a la Urbe de Hierro para hacer realidad uno de sus más ansiados sueños americanos: convertirse en fotógrafa profesional. En las últimas horas, lo que ha conseguido –sin duda- es volverse mundialmente famosa, quizá por su buen ojo clínico.
“Empecé a trabajar atendiendo el bar. Era una cuestión de dinero. Quería ir a la escuela, pero no había investigado nada sobre fotografía, mi objetivo era tener dinero”, dice Malgorzata Saniewska. Tal vez por ello se apartó del camino de la fotografía, y se metió en el de ser contadora. La cámara fue relegada a un simple pasatiempo.
Ocurrió en esa época que Lady Gaga se convirtió en una de sus primeras clientes. “Éramos compañeras, no salíamos tanto, pero es una de las chicas más lindas… Es muy centrada y realista. En ese tiempo me regaló un CD de su primer sencillo, lo escuché y quedé realmente impresionada. Además es una chica muy bella. Pensé que como se vería en una sesión de fotos sería algo divertido”, relata Malgorzata.
En ese entonces, la futura “Mother Monster”. Saniewska relata que Gaga “tocaba el piano y cantaba. Esta chica de 19 años, realmente era talentosa. No hablaba mucho (pero) si decía que había estudiado música… No puedo explicarte cómo suena su voz con solo un piano. (…) Le ofrecí la sesión de fotos y dijo que sí inmediatamente”, cuenta Saniewska.
“Era una muy buena modelo, obviamente. (…) No teníamos ningún plan. (…) Básicamente entramos a su casa, se peinó y maquilló, y escogió la ropa con la que empezaríamos. (…) Sin luces artificiales, nada especial, sin tripié”, detalló la entonces fotógrafa.
Saniewska, por cierto, nunca desarrolló una carrera profesional en la fotografía. Pero entonces, abrió unas 200 veces el obturador. Días después, entregó el material a Gaga en un Disco Compacto, y ella las utilizó para promover sus primeros trabajos musicales.
Por supuesto, Saniewska no supuso entonces que aquella joven se volvería una superestrella internacional. De hecho, Saniewska dice que en un principio, cuando la vio como Lady Gaga, no la reconoció, pues estaba acostumbrada a su imagen de mesera de cabello castaño.Incluso, mientras la popularidad de Gaga creció, Saniewska guardó las fotos “por respeto”, dijo, particularmente porque no estaba en contacto con ella.
Finalmente, se reencontraron en el año 2010. Entonces ocurrió lo siguiente, según describe Saniewska: “Me la encontré en la zona este, y se acercó a mí. Ya era Lady Gaga, hablamos un poco, se apoyó en mí y me dijo, ‘¿Sabías que esa fue mi primera sesión de fotos?’ No tenía idea. (…) Estaba muy emocionada. Desde ese momento supe que podía hacer algo con esas fotos. Y ella estaba de acuerdo”.
Saniewska espera que aquellos que vean las fotos conozcan otro lado de Gaga, una mirada de quién era la estrella antes de que el mundo la conociera.
Sin embargo, aún con toda la fama, para Saniewska, ella “sigue siendo la misma chica. El hecho de que nos encontráramos y se acercara a mí; no dijo ‘Hola’ y huyó. Se quedó parada por 15 minutos, platicando. Recordó mi nombre, quién era, y tenía mucho que decir. Sigue siendo la misma persona para mí”. (Incluye información de CNN)