14/Junio/2012
Germán Benítez M.

La encuesta del Grupo de Especialistas Egresados de la UNAM, levantada tras el debate del 10 de junio, arrojó los porcentajes del titular de la presente columna. Los resultados son muy significativos, porque contradicen a la casi totalidad de las casas encuestadoras, que le dan a Peña Nieto ventajas promedio de 18 puntos sobre sus contendientes.

Pero en la práctica los datos de la Encuesta UNAM, explicarían la beligerancia mostrada por Andrés Manuel López Obrador durante sus últimas apariciones –esgrimiendo que será víctima de “fraude”-, pues si realmente llevara la cómoda ventaja que ha esgrimido sobre Vázquez Mota y Peña Nieto, sus temores carecerían de lógica.

Cabe también destacar que la única encuesta concluida –de inmediato y tras el debate- es la de Especialistas Egresados de la UNAM, quienes debidamente acreditados ante el IFE, han cumplido con la metodología de medición, la que como ninguna que no sea la del organismo electoral, se basa en una muestra de 16 mil 200 personas.

En contraste procede señalar, que el lunes pasado en el programa “Frente al país” de Grupo Imagen, aunque el encuestador Ulises Beltrán admitió no tener hasta ese día una medición con resultados tras el debate, se aventuró a afirmar que Enrique Peña Nieto había ganado el encuentro.

¿Sobre qué argumentos Ulises Beltrán lo afirmó? Fueron puramente subjetivos: “Al público no le gustan las agresiones”, esgrimió. ¿Entonces para qué es un debate? ¿Acaso no justo el debate es lo que disparó los índices de audiencia? Casos como éste, son los que han puesto en tela de juicio a las casas encuestadoras.

Pero no sólo eso, porque Ulises Beltrán aseveró contundentemente que ni las marchas en contra de Peña y tampoco su silencio en el debate -frente a las acusaciones de corrupción que Vázquez Mota le demostró-, habían cuando menos despeinado al candidato del PRI.

Encuesta UNAM y las independientes; AMLO retrocede

El asunto es que la encuesta de Especialistas Egresados de la UNAM, checa con las que grupos empresariales han elaborado, en este caso por razones de seguridad financiera. Es lógico; hay que prever la seguridad de los capitales, en caso de que México diera un vuelco al pasado de populismo y radicalismo.

En la práctica los empresarios tienen bien previsto el panorama de confrontación y riesgo, lo que ya pareció cumplirse en Tepeaca e Izúcar de Matamoros, donde Peña Nieto fue objeto de agresiones verbales y actitudes violentas, de supuestos jóvenes del movimiento #yosoy132, quienes ya han hecho bien en desmarcarse.

Sin embargo, bien harían los dirigentes de este movimiento en desmarcarse totalmente de quienes los han infiltrado, para así lograr que sus legítimas y necesarias expresiones, pesen democráticamente en la contienda del primero de julio.

Pero desde el punto de vista electoral, lo interesante es que las encuestas financieras checan con la de Grupo de Especialistas Egresados de la UNAM.

Es decir que tras el debate, mientras por décimas López Obrador retrocedió al tercer lugar, Josefina tiene ventaja en primer lugar, sobre Peña Nieto, también por décimas.

O sea, que hay un empate técnico de los tres, en el primer lugar. ¿La conclusión? Nada para nadie.

Preocupa en el exterior, un regreso de México al populismo

Las expresiones de temor en Estados Unidos y Europa, frente al riesgo de un regreso de México al populismo, tienen validez y solidez. ¿Por qué? Porque a gobiernos de ese perfil ideológico se deben las actuales quiebras económicas en Grecia, España, Portugal e Italia.

Obvio; las quiebras de todos esos países, impactan a la economía mundial.

Así es; de lleno en la actual era de la Post-Modernidad, la comunidad internacional está cada vez más globalizada, y en esa proporción, los efectos de las crisis afectan a todas las naciones.

Una de esos casos de temor financiero global, tiene que ver con el ofrecimiento que Andrés Manuel López Obrador hizo en el debate a los jóvenes, asegurándoles que además de que habría universidad para todos, en adelante las instituciones públicas no rechazarían a nadie. O sea que regresaría el fosilismo populista a las aulas universitarias.

Esto ha puesto de punta los cabellos a quienes conocen la trascendencia del asunto, ya que una de los compromisos que México asumió al firmar el TLC con Estados Unidos y Canadá, consistió en desmasificar y desfosilizar a las universidades públicas, para que de ellas egresaran profesionistas y científicos competitivos que apuntalaran la competitividad.

Pero no sólo eso, sino para que las universidades públicas dejaran de ser un costoso barril sin fondo, que sólo atizaba la inflación.

Justo debido a medidas así, fue que en el caso de Puebla la hoy Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), se deshizo del porrismo y rescató al recinto universitario de un ex rector ideológico –Samuel Malpica Uribe-, que al cobijar en la institución al grupo de Rubén Sarabia “Simitrio”, lo había convertido en “casa del pueblo”. O sea, en cueva de activistas y anarquistas.

Pero el temor de la comunidad internacional frente a un retroceso de México al populismo, tiene mucho más alcance: la historia reciente –el Siglo XX- no cuenta un sólo caso de éxito basado en el populismo “redentor”. Por el contrario, sus réplicas en los inicios del Siglo XXI, han propiciado las quiebras económicas que hoy afectan a la Comunidad Europea.

Así es; hay réplicas populistas de cabeza dura que sin recuento histórico, pasaron por alto los fracasos de la ex URSS, de la China de Mao, Cuba, Argentina, Bolivia, Venezuela y los casos de África.

En todos esos casos, los gobiernos populistas han sacado del trabajo y de los bolsillos de la sociedad, los recursos para pagar los efectos inflacionarios de sus delirios y desmanes. Y todo esto ha empobrecido y dejado sin empleo a millones. Esos y otros, serían los efectos de los ofrecimientos de López Obrador.

Por esto y mucho más, al interior de los sectores que dentro y fuera del país hacen análisis objetivos y prospectivos –de presente a futuro-, verdaderamente espantaron algunas de las propuestas que López Obrador formuló en el debate, particularmente las siguientes:

1.- “Para atemperar a la sociedad”: Este concepto ha sido interpretado como una amenaza: “Si yo no gano, la sociedad –su grupo- me ordenará qué hago”. ¿De verdad López Obrador cumpliría el compromiso propuesto por el CCE?

2.- “La redistribución del presupuesto federal de sueldos, para darlo a la sociedad”: Esta aseveración, ha sido leída como un aviso de restauración de un populismo, tan sólo basado en la urgencia de ganar votos. De futuro no tiene ni fundamento aritmético.

3.- “Haremos lo que Roosevelt en Estados Unidos”: La medida ha sido vista como una equívoca lectura histórica de López Obrador, en cuanto a que como bien lo hace notar Juan de Dios Andrade Martínez, lo que salvó al vecino país de la quiebra de 1929, fue la economía de guerra, no las medidas que aplicó el entonces Presidente de EU. O sea, que el de Tabasco no sabe lo que dice y espanta al sector financiero.

El destino de México en indecisos y quienes cambiarán de voto

La realidad entonces es que en función del empate técnico que señala el Grupo de Especialistas Egresados de la UNAM –y que coincide con encuestas financieras-, el destino de México a partir del próximo julio, estará en los indecisos y en quienes en el 41% de los que aseguraron que el debate los hizo modificar su preferencia electoral.

Así que lo interesante –pero también lo preocupante- está en que tras el debate, la Encuesta UNAM captó lo siguiente:

  • Que cambiará de opción el 41% de los que ya habían decidido su voto. ¿Por quién? No lo sabemos.
  • Que el número de indecisos es mayor al 30%.
  • Que de acuerdo a la encuesta UNAM sobre el debate, los números quedaron así: JVM 40%; AMLO 30%; EPN 31%; Quadri 3%.
  • Y finalmente, que tras el debate, en los parámetros sobre “corrupción”, “Educación”, “Seguridad”, “Economía” y “Justicia”, Vázquez Mota fue la mejor evaluada en la encuesta del Grupo de Especialistas Egresados de la UNAM.

Colofón: La moneda está en al aire. Nada para nadie. Decidirán los indecisos y los que optaron por cambiar de preferencia electoral.